****El cliente es lo primero.
****El cliente siempre tiene la razón.
****El cliente no se equivoca.
La Actitud de servicio engloba características en la personalidad de una persona no fáciles de encontrar tales como, Optimismo, Sensibilidad, Empatía, Perfeccionismo o capacidad para anticiparse constantemente a las necesidades del cliente. Porque no todos los humanos nacemos con la combinación de todos estos rasgos, tampoco resulta sencillo encontrarse con un servicio de calidad.
Las empresas se esfuerzan por potenciar al máximo esta importante competencia en sus empleados teniendo en cuenta la dificil situación que la economía atraviesa. Con un descenso en el consumo, un aumento de la competencia y un cliente cada vez más exigente, las empresas saben que diferenciarse en algo tan importante como hacer sentir a su cliente mas satisfecho que el de la acera de enfrente es clave para mantenerse a flote.
Aunque en la teoría son las compañías de servicios de categoría superior (hoteles de 5*, restaurantes de 3 tenedores, boutiques de firmas de lujo, etc.) las que llevan colgada la medalla de ofrecer una calidad al cliente igualmente superior, afortunadamente hay entornos menos premium donde se encuentran personas realmente preocupadas porque su cliente se vaya de su negocio satisfecho, aunque ese cliente acuda a comprar una simple barra de pan, o incluso simplemente entre al establecimiento a preguntar por una dirección.
Estas personas resultan, si cabe, mas admirables por comportarse así por mérito propio o por compromiso con su negocio. Mientras bancos o petroleras se afanan en crear tarjetas de fidelidad para encadenar a los clientes ofreciéndoles descuentos o acumulación de puntos por volver, otras empresas apuestan por la calidad en servicio como apuesta a futuro por sus negocios. Aunque a veces anticiparse a la necesidad exacta de un cliente no sea fácil como le ocurre a uno de los protagonistas del vídeo…
EJEMPLOS DE SERVICIO AL CLIENTE:
Cadena de Hoteles Ritz Carlton, decanos en la calidad en el servicio al cliente, conocen perfectamente las claves para cubrir con creces las expectativas y así lo expresan en sus máximas:
El personal del hotel Ritz tiene una relación muy estrecha con los clientes. Conocen a todos su huéspedes por su nombre. Algunos huéspedes piden siempre la misma habitación, las mismas comodidades. En algunos casos incluso bordan sus iniciales en las toallas”. El ascensorista conoce a qué planta se dirige la persona que sube al ascensor y pulsa el botón, antes de que éste tenga que indicárselo.
«Utilizar la Sonrisa, como parte del uniforme”, es uno de los lemas que se puede leer en la zona reservada para los empleados. El valor de una agradable sonrisa es incalculable: genera cercanía, confianza, predisposición, empatía… valores que intenta poner siempre en práctica el hotel.
Empresas de Telecomunicaciones, y en particular su servicio de atención al cliente vía telefónica incumple numerosas premisas para lograr un trato de calidad al cliente. Ofrecen un trato impersonal, frío y distante que hace que el cliente se sienta valorado como un número de contrato.
Con largos tiempos de espera, ofrece soluciones paquetizadas que al cliente le es dificil percibir como soluciones acordes a su problema sino «parches» que nunca lograrán satisfacerle al 100% en sus necesidades.
Porque un cliente no se gana en un día sino a lo largo del tiempo, el servicio hacia él debe ser siempre de calidad excelente ya que en la mayoria de las ocasiones las malas experiencias que tengan con nosotros nos resultaran imperceptibles en el presente pero muy desafortunadas en el futuro. Así lo muestra la historia sobre el origen de la Universidad de Stanford, la consecuencia de un mal servicio al cliente por parte del personal de la Universidad de Harvard….
Una mujer en un viejo y desgastado vestido y su esposo vestido con un viejo traje, bajaron en la estación de tren en Boston, y caminaron tímidamente y sin una cita hacia la oficina del presidente de la Universidad de Harvard. La secretaria dedujo en un instante que estas personas que venían del campo no tenían nada que hacer en Harvard y probablemente ni siquiera merecieran estar en Cambridge.
“Quisiéramos ver al presidente” dijo suavemente el hombre.«Estará ocupado todo el día” respondió intempestivamente la secretaria.
“Lo esperaremos” contesto la mujer.
Durante horas la secretaria les ignoró, esperando que la pareja por fin se desanimara y salieran de ahí. No lo hicieron y la secretaria ya frustrada finalmente decidió interrumpir al presidente, aun cuando hacerlo era una tarea que siempre lamentaba.
“Tal vez si los ve por unos minutos ellos se vayan” ella le dijo. El exhaló desesperado y asintió con la cabeza. Alguien de su importancia obviamente no tenía el tiempo de atenderlos y detestaba los vestidos y trajes viejos estorbando en su oficina. El presidente, con la cara alzada y llena de dignidad se dirigió a la pareja.
La señora le dijo entonces: “Teníamos un hijo que asistió a Harvard por un año. Él amaba a Harvard. Era muy felíz aquí. Hace como un año murió en un accidente. Mi esposo y yo queremos construir un monumento a él, en algún lugar del campus”.
El presidente no se conmovió, pero estaba en shock. “Madam” dijo a regañadientes, “No podemos poner una estatua de cada persona que asistió a Harvard y murió. Si lo hiciéramos, este lugar parecería un cementario”.
“Oh no” la señora explicó rápidamente, “No queremos alzar una estatua. Nos gustaría regalar un edificio a Harvard”.
El presidente los miró con desden y exclamó: “¡Un edificio! ¿Tienen la más remota idea de cuanto cuesta un edificio? Tenemos más de siete millones y medio de dólares en edificios aquí en Harvard”.
Por un momento la señora permaneció callada. El presidente estaba complacido. Tal vez así de desharía de ellos.
La señora se volvió hacia su marido y en voz baja le dijo: “¿Eso es todo lo que cuesta arrancar una Univesidad? ¿Por qué no abrimos la nuestra?”
Su esposo asintió. La cara del presidente entonces se marchitó en confusión y sorpresa.
Entonces el señor y la señora Leland Standford se levantaron y salieron caminando de ahí, viajando a Palo Alto, California, donde establecieron la Universidad que hoy lleva su nombre, la Universidad de Standford, un monumento al hijo al que Harvard no le importaba más.
Uno puede fácilmente identificar el carácter de la gente de acuerdo a como tratan a aquellas personas que creen que nada pueden hacer por ellos.»
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